domingo, mayo 23, 2010

Tu voz quedó en la intemperie. Musitar apenas las palabras, pronunciar cosas inaudibles es como partir, como las hojas llevadas por el viento en el preludio de la lluvia.
Como alguien que corre tan sólo por sentir las gotas deslizarse lentas, entibiarse al fuego que llevamos dentro.
De ese encuentro sólo son testigos una calle infinita y una noche sorprendida por faros de luz, de tanto en tanto, como las nítidas palabras.
En el tránsito, en la oscuridad estamos solos. Sin dirección fija sin faro que te guíe a alguna parte, como una ventana que sólo ilumina adentro, y te lleva hacia otro océano espejado donde todo se confunde y se derrama.
Allí está tu rostro en la ventana, una niña en la tormenta, y entonces te das cuenta que a veces lo que intentas son tan solo balbuceos, el amor un torrente apenas sostenido por palabras, un dique que a veces se derrumba, el agua se escapa de su cauce
y, en el desorden, se suceden las imágenes de tu vida como una película.
Y a veces te pierdes, o te ocultas en el mismo refugio del silencio de cuando eras niña,
hasta encontrar de nuevo
el brillo de una voz, una ternura, un preludio que contenga.




(Carta escrita por Katherine M. a LL, 13 de marzo de 1916)

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