La música, la escritura, la pintura, el canto y la danza, en su origen sólo eran el soporte del pensamiento mágico que se conciliaba con el mundo. El chaman en estado de trance cantaba, danzaba o escribía sabiendo que había una relación ontológica entre su voz o su escritura y el dibujo de sus sentidos. Se conectaba con el universo.
La obra de arte es una creación mágica y exige una carga psíquica y espiritual producida por el trance del amor, en otro estado de conciencia, por eso hay tan pocas obras de arte vivas en el mundo, tan pocos seres capaces de realizar esa magia, ese misterio.
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