lunes, mayo 24, 2010

Cuando estoy sola, me entretengo con palabras o preguntas que descubro, las exploro. Quizás también porque me gusta como suenan: "Ne vilipendas cíneres", por ejemplo. O kemit, kharis, khrist: tierra, agua, fuego del alma que engendra. O me preocupan cuestiones como éstas: ¿cómo se hacía el oro oculto de los filósofos?

Atlas sugería a las mujeres tomar agua lunaria para que el oro del cuerpo resplandezca en los brazos del tiempo, sólo se requería el azoth, el fuego y actividades sencillas como éstas: lavar, cocer, coagular, fijar.

Verdaderamente imposible declarar estas cosas con mayor claridad a causa de la injusticia de algunos. Pongamos por caso el Malleus Malleficarum, tratado sobre ciertos métodos para reconocer a las brujas y eliminarlas bajo el supuesto de que las mujeres eran hijas de Satán.

Pero en confesiones secretas se sugería leer la Physica et mystica de Bolos de Mende (200 A C), la Tabula Smaradigma de Hermes Trimegistro, o el Liber de nymphis, sylphis et ceteris spiritibus, de Paracelso, por ejemplo, a Cardano, y a otros antiguos sabios apócrifos.

¿Por qué, entre los velos de la noche, un héroe antiguo abraza una estrella de cinco puntas?

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