Plotino en su Enéada III, 5 (50), decía que el amor era un Demonio y un Dios. Recurrió a pruebas históricas: los escritos de Hesíodo, de los órficos, de aquéllos que enseñaron tal doctrina.
La Afrodita Celeste de la mano de Eros tendrá la visión del conocimiento. En este caso, dice Plotino, el amor es un Dios.
Y está la Afrodita Pandema, que es un demon, un espíritu de la naturaleza que adorna el cosmos con bellezas pasajeras.
No imita el poeta, dice Plotino, las figuras, los colores,
los movimientos menguados de los seres que andan por el mundo, no,
el poeta siente el mismo poder de la naturaleza, y así engendra obras también efímeras.
Al amor lo entendía Plotino como el culto a la belleza que libera y el ritual de iniciación al conocimiento. El amor cristiano como donación o entrega era otra cosa. Pero Plotino probó que había algo más: el hombre va más allá de la belleza y el delirio que el mismo bien le inspira,
siente que se rompe y libera todo límite, se siente uno con el otro y ama, siendo aún él mismo lo que ama.
“Heatón agapesas, augén katharán,
autós en touto, hoper égapese".
No hay comentarios:
Publicar un comentario