sábado, junio 05, 2010

I

Siempre sentí que hay que escribir cuando todo el mundo sueña, mis palabras entran en los sueños y los sueños en mis palabras. Siempre hay un mensaje en la mitad de la noche que llega a su destino, aunque no seamos conscientes. También a veces se sueña de día, en un instante imprevisto, y se cuelan esos otros mundos sutiles, paralelos, invisibles, sólo si el alma está alerta -dijo ella.

“Para llegar a esos puertos no me hace falta trazar la ruta ni fijar la fecha de arribo. A veces me basta un retazo que se abre en medio de un paisaje incongruente, unas luces que afloran en la niebla, el diálogo de dos transeúntes que se encuentran en pleno trajín, para pensar que a partir de allí juntaré pedazo por pedazo la ciudad perfecta, hecha de fragmentos mezclados con el resto, de instantes separados por intervalos, de señales que uno envía y no sabe quién las recibe. Ciudad discontinua en el espacio y en el tiempo, aún así no hay que dejar de buscarla. Está esparcida dentro de los confines del imperio (Italo Calvino “Ciudades Invisibles”)

- Me viene a la mente el frenesí vital de Calderón, la ráfaga colorida y enérgica que exhibe la tonalidad multicolor del arco iris, quizá los caminos enredados por hollar o los mil rostros por conocer en la jornada –dijo él. Hay muchas situaciones extrañas que ocurren cuando la noche cubre al mundo y los hombres quedan atrapados en sus sueños. El estado de mayor gracia ocurre cuando ensoñamos como los nahualts que nos recordaba Juan Mathus, y la otra conciencia se apodera de nosotros, sin peyolt, apenas tan solo animados por la energía transformadora que ahora muta los otros codones del ADN sintonizando la biología y las dimensiones del espíritu para el gran despertar del fin-comienzo de ciclo solar.

- Todos recibimos aquello que deseamos en la medida de nuestros sueños y nuestras búsquedas - dijo ella.




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