que nacen del alma.
Ella se entregó al ritual de la noche, con su túnica blanca,
con sus signos, con sus fuegos.
con sus signos, con sus fuegos.
Gilgamesh caminó lento en la alfombra púrpura,
el brillo de la espada, los latidos del templo, el perfume,
una fuerza misteriosa lo empujaba.
El tiempo era sólo un paisaje eterno.
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