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Una flor blanca que parpadea en la oscuridad de la noche, me dijo.
Ví los pétalos de la luna, el bosque de árboles azules cuyas ramas se abrían como melindrosas alas de
murciélagos, el vestido violeta flotando en la música desafinada por el viento.
Una niña corría por un sendero de palabras que asombraban sus ojos, entre luces que incendian ciudades
misteriosas y salvajes hacia un destino que acababa de conocer.
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